Decía mi abuela que  cuando  una mujer se sintiera triste, lo mejor  que  podía hacer era trenzarse el cabello,de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos  y no podría llegar hasta el resto  del cuerpo;había  que  tener  cuidado de  que  la  tristeza no  se  metiera en los ojos pues  los haría  llorar, tampoco  era bueno dejarla  entrar en nuestros  labios pues  los  obligaría a decir  cosas  que  no  eran  ciertas.Que no  se meta  entre tus manos,  me decía,  porque  puedes tostar  de  más el café  o dejar cruda la masa. Y es que  a la tristeza  le gusta el sabor  amargo.  Cuando  te sientas  triste, niña, trénzate  el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo  escapar  cuando  el viento  del norte  pegue  con  fuerza.Nuestro cabello  es  una  red  capaz de  atraparlo  todo,  es fuerte como las raíces  del ahuehuete  y suave  como  la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía, mi niña, aún si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti, con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza….
Y mañana cuando despiertes con el canto del gorrión, la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello. »
Paola Klug
