De la dulce matriz, del seno amoroso
en el lejano recuerdo, tan presente, suspendidos,
calor de hogar sin nombre, sin condición,
amor dado, respirado, tan tierno, recibido.
…
De las mil veredas, tan extrañas, recorridas,
del mundo proceloso, tan huraño, sorprendidos,
por la sombra tan extensa, tan vacía,
van volviendo, del calor primordial agradecidos
…
Por la luz que nunca abandonaron atraídos,
por la trémula presencia del milagro sostenidos,
de la canción silenciosa en el alma enamorados,
acuden despaciosos, sin saberlo, al fuego convocados
…
Ya vienen de su sueño de milenios despertando,
los ardientes luchadores, cansados caminantes que nunca perdieron la esperanza,
y cobijan en su seno la canción que marca el ritmo
de una secreta danza.
Jesús De Torres Villagrá